lunes, 16 de noviembre de 2009

La chica purpura y El chico azul tímido (n)


Ella amaba las noches cálidas como esa...y es que le hacían sentir que no todo estaba perdido, que talvez en el mundo aun alguna cosa tenia sentido y así mientras el viento rosaba sus hombros desnudos, ella era feliz. Lo sentía caminar muy cerca, cogiéndola de cuando en cuando por la cintura, aprisionándola entre sus brazos, besándole el cuello, rosándole el alma, sin más permiso que el de sus labios, sin más razón que la de sus ganas, sin más que agregar, ella era feliz.
De pronto aquel súbito latido, la abrumó, le quitó el piso, la espantó... Sé perdió entre sus sueños, y por no desaparecer, divagó. Lo sentía cerca, caminado a su lado, intentando devolverla al mundo real, algo confuso talvez pero sin desesperar.

Ella dijo entonces - Estoy demente, querrás salir corriendo-
El respondió - Si quisiera salir corriendo, no estaría atado a tu cintura y cogiéndote de la mano.

La miró... de esa forma que quizá ni el mismo reconocía, como si no existiera más nadie en el mundo, la miró e hizo lo único loable en aquel momento... La besó, y en aquel beso sin darse cuenta su corazón se llevó.
Caminaron entre la gente riendo, cantando, soñando... como tantas otras noches, sin detenerse en la frivolidad del mundo, existiendo, sin pensar... solo existiendo. El la cogía entre sus brazos, y ella paseaba su cara por la suya, sintiéndose, incluso sin saberlo también queriéndose, y entonces como nada es perfecto, ella sintió un tirón, en su hemisferio derecho se hallaba la lesión, era su tan inoportuno corazón.
Si, su corazón, ese músculo que ella creía atrofiado al parecer despertó, de golpe, la realidad la atravesó y vaya si que le dolió, hizo todo lo que pudo para no volver a la ya conocida verdad, se aferro con uñas y dientes a ese sueño, cerró los ojos, lo abrazó en un intento desesperado por no pensar, por no pegar los pies al suelo, repitió en su mente aquel verso de calderón de la barca que tanto le gustaba... ese q repetía cuando la realidad apremiaba:


"Y en el mundo, en conclusión,
todos sueñan lo que son,
aunque ninguno lo entiende.
Yo sueño que estoy aquí
de estas prisiones cargado,
y soñé que en otro estado
más lisonjero me vi.
¿Qué es la vida? Un frenesí.
¿Qué es la vida? Una ilusión,
una sombra, una ficción,
y el mayor bien es pequeño:
que toda la vida es sueño,
y los sueños, sueños son."

Pero de esta ni Calderón la salvó. Él como era de esperarse volvió con ella al suelo sin oponer demasiada resistencia, le contó que ubicarse era lo mejor, quizá no lo que querían, pero "lo mejor" y ella talvez por no tener de otra o por cobarde asintió. Lo abrazó una vez más queriendo que no la suelte, lo besó en la mejilla, se despidió y aunque sin voltear siguió le rogaba al cielo que él la detuviera... que no la dejara ir, que le pidiera incluirse en su vida, al menos por un tiempo, porque quien sabe mañana.... Pero no pasó y ella abordó el bus a casa, dejando empeñada su sonrisa por aquel momento, tarareando aquella canción que guardó para él...

((Volverás a reírte de veras
Cuando creas que estaba perdido
Volverás a reírte de veras
si te quedas conmigo...))


Kats.


PD. Como los libros de cuentos, las historias aveces las comienzo por el final... o por el medio, aun no tengo claro en que parte va esta.

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